Cuando hablamos de sopa de pollo, nos viene enseguida a la mente recuerdos de la infancia de cuando las madres y abuelas preparaban tan suculento manjar y pareciera que la sopa de pollo servía entonces para todo, para curarte de un catarro, para reconfortarte tras una larga y dura jornada, para alimentarte que daba gusto, pero sobretodo para sentir y disfrutar el calor y el olor de la comida casera de tu hogar.
En casa somos muy de sopas y os diré que esta sopa de pollo en particular entró en mi casa ya hace mucho tiempo para quedarse y sobretodo para trasladarnos aquellas maravillosas sensaciones que se quedan grabadas hasta en lo más profundo del alma.