Lo de hacer mermelada casera me va por rachas, pero es retomar esta dulce costumbre de hacerla y arrepentirme por no tener la nevera con al menos dos variedades distintas de mermelada. Esta mermelada de frambuesas y vainilla es una delicia que os recomiendo probéis a hacer, porque aunque a priori parece que una simple vaina no puede aportar tanto a una elaboración con tanta carga de fruta y de azúcar, os aseguro que el toque sutil pero real que obtenemos ha hecho que junto con la mermelada de melocotón, pase a ser una de mis mermeladas favoritas.
Mermeladas
Tenía muchas ganas de hacer esta mermelada de frutos del bosque y el otro día me surgió una oportunidad de oro cuando Luis me pidió que hiciese una Linzer Torte para celebrar su cumpleaños. Y aunque es habitual rellenar esta tarta de origen austriaco con mermelada de grosella, no fui capaz de encontrar la cantidad suficiente de grosellas como para convertirlas en mermelada. Así que ni corta ni perezosa, llené la cesta del mercado con una cantidad nada despreciable de frutos del bosque como los que veis en las fotos y me puse en modo mermelada. Frambuesas, arándanos y moras fueron los protagonistas indiscutibles de la tarta de cumpleaños de Luis y esta vez y por ser su cumple accedí a comer la tarta al poco de sacarla del horno sin esperar a todo el despliegue de medios que supone fotografiar cualquiera de los postres y no postres que habitualmente os muestro en este blog. Me habría gustado mostraros la tarta pero tardamos 10 minutos exactos en acabar con ella, de hecho no llegó ni a enfriarse del todo cuando ya no quedaban ni las migas.
Hacía mucho tiempo que no preparaba una rica mermelada casera y es que todavía me quedaba algún botecito de las que he preparado otras veces y que gracias al método de conservación al vacío que más abajo os cuento, tenemos la suerte de poder degustar distintas mermeladas caseras durante varios meses. Mermeladas que están hechas incluso con frutas que ya no están de temporada, como es el caso de la mermelada de melocotón o la de fresas. Por este motivo y porque además hacer mermelada casera está al alcance de cualquiera, os animo a que prepareis la vuestra propia y sorprendais a vuestra familia o amigos, ya que además es un precioso regalo que puedes hacer a alguien, con un bonito envase y una etiqueta que puedes hacer tú mismo, te aseguro que harás feliz a más de uno. :-)
Y cuando el otro día una buenísima amiga mía me regaló una bolsa de estas naranjas tan vistosas y que tanto su sabor agridulce como su apariencia me tienen completamente enamorada, no dudé ni un momento en que una parte de ese regalazo sería para hacer un rico zumo y la otra parte se convertiría en la primera mermelada que preparase este año.
Sigo agotando las frutas del mercado y no sólo para comérmelas ya que soy una gran consumidora de todo tipo de frutas, si no para convertirlas en una de las cosas que más me puede gustar en el mundo, las mermeladas. Y desde que hiciera mi primera mermelada, recuerdo que fue la de melocotón, no he dejado de hacer todo tipo de mermeladas con casi todas las frutas que se te puedan ocurrir.
Empieza la época de una de las frutas que más me puede gustar del mundo, las fresas y por supuesto no iba a dejar que pasara sin hacer mermelada con ellas que ya sabéis lo aficionada que soy a ellas. Y a decir verdad creo que es la mermelada de fresas casera la que más difiere de entre todas las mermeladas que he hecho hasta la fecha de las mermeladas compradas y envasadas. Ya solo con ver el color te das cuenta de que el sabor y la textura nada tienen que ver con cualquier mermelada de fresas que puedas comprar envasada, ni siquiera con la mejor de las marcas.
Hace tiempo que no hacía mermelada, entre otras cosas porque tenía en la despensa algún que otro tarro de mermelada de frambuesa y de melocotón que hice hace unos meses. Y ya tenía ganas de hacer más mermeladas porque además de las galletas, una cosa que me encanta es el pan con mantequilla y mermelada casera. Como ya os dije en las otras entradas que he hecho, la mermelada es algo muy sencillo de hacer y que además te permite tener tu fruta favorita disponible todo el año.
Es ideal también para regalar, me consta que a mucha gente le hace mucha ilusión recibir un regalo así y si no haz un día la prueba y verás como tengo razón. :-)
El otro día encontré frambuesas por casualidad ya que pensé que tendría que esperar al año que viene para hacer una de las mermeladas que más me gusta y sin duda alguna la favorita de Marina, de hecho creo que no le gusta ninguna otra.
Me ocurre que cuando hago mermeladas me paso desayunando tostadas con mantequilla y mermelada hasta que veo que solo queda un bote, momento en el que vuelvo a mis galletas por pánico a quedarme sin tan suculento manjar. Y es entonces cuando se me suele ocurrir hacer algún postre al que le pueda añadir mi mermelada casera.
Si hay algo que me gusta del Otoño es la gran variedad de frutas y vegetales diferentes que nos ofrece. De hecho no me da el tiempo ni para pensar qué cocinaré con cada uno de ellos ya que como sabéis, tengo especial predilección a la hora de consumir y cocinar productos de temporada.
En este caso he hecho una de las cosas que me encanta hacer, mermelada. De esta manera me aseguro de tener todo el año esos productos que solo perduran unos pocos meses en el mercado y que de esta manera y a través del envasado al vacío, que también os enseño cómo hacerlo, te aseguras de poder consumirlos en cualquier época del año.
Da gusto tener vecinos como los que yo tengo sobretodo si te vienen un día con un kilo y medio de higos recién cogidos de su higuera que tienen en el campo. No es el primer año que nos deleitan con esta maravillosa fruta pero esta vez, en lugar de comérnoslos en tiempo récord ya que es una fruta que no aguantan demasiado una vez cortada, decidí hacer con ellos esta mermelada, que en cuanto la pruebas te aseguro que no puedes parar de comerla.
Ya conocéis mi afición por las frutas de temporada y una manera buenísima para mi de tenerla todo el año en la despensa es como no, haciendo mermelada con ellas. Además de ser un manjar de por si, hace que mis desayunos sean todavía más felices. ¿Os he contado alguna vez que yo me levanto antes que nadie en mi casa para desayunar en absoluta soledad y disfrutar de un desayuno que tardo a veces hasta 20 minutos en preparármelo y otros tantos en comérmelo. Para mi es un momento de absoluta calidad que hace que empiece el día con las pilas cargadísimas.