Llevo todo el verano encendiendo el horno allá donde vamos y es sobretodo cuando me doy cuenta de que no me cansaré nunca de hornear y de emocionarme durante la espera mientras se cocina lo que sea que se me haya ocurrido hacer ese día. Pero el otro día me ocurrió algo no muy habitual en mí y es que hacía un calor increíble en Madrid y decidí no encender el horno, más que nada por deferncia a Luis y los niños que estaban todos en casa resguardándose del asfixiante calor. Pienso que la cantidad de calor que hacía era proporcional a las ganas que tenía yo de preparar algún dulce (bueno, más bien de degustarlo) y fue entonces cuando vi una lata de leche condensada en la despensa y justo a su lado un paquete de 1 kg de arroz redondo. Parecía estar hecho a propósito de verdad y sin pensar mucho ya que es evidente el postre que se me ocurrió hacer, me puse manos a la obra para preparar este cremoso y sabroso arroz con leche condensada.
Arroz
Pues nada, que me ha dado por lo argentino últimamente jeje y es que hoy os traigo otra receta importada directamente de Argentina. Algo de nostalgia debe de haber en esto ya que justo ayer le comentaba a Luis las ganas que tengo de viajar a su país.
En el último post os mostraba como hacer uno de los distintos tipos de facturas argentinas, los miguelitos y hace algunos días atrás os enseñaba a hacer un plato para repetir una y mil veces, las torrejas de acelga argentinas. Por eso os decía que me ha dado últimamente por lo argentino ya que justamente lo que vamos a ver a continuación es otra forma de hacer torrejas ó mejor dicho, con otro relleno ya que el modo de prepararlas es muy similar al de las de acelga, únicamente varían los ingredientes que utilizamos en unas y en otras.
Me encanta probar platos tradicionales de otros países, igual me ocurre con la pastelería porque acabas dándote cuenta como las costumbres de cada lugar acaban creando una cultura gastronómica propia de cada país y eso ya de por sí es muy interesante para mí. Y si hay una gastronomía que me atrae y me encanta es duda alguna la argentina, supongo que tendrá mucho que ver que esté casada con un argentino, pero aún así he de decir que he probado dulces y platos de pasta, carne ó verdura en Argentina, que no los supera ningún otro de los que haya probado y este es el caso del plato que os traigo hoy, un plato que comía Luis cuando era pequeñito y que le hacía su abuela, así que cuando me pidió que se lo hiciera y tras conseguir la receta familiar gracias a que su tía me la facilitó, sentí una presión y una responsabilidad enorme, ya que de antemano pensaba que no iba a poder igualar la receta de una de las personas que más ha querido Luis en su vida…
El post de hoy tal vez lo debería haber escrito Luis ya que la receta que os muestro es un plato que comía él cuando era pequeño en Córdoba (Argentina) y que le preparaba muy a menudo su madre, seguro que con todo el cariño que prepara una madre la comida a sus retoños :-)
Es un plato a base de arroz, queso y habitas tiernas, realmente delicioso y para mí al menos de lo más original, pero lo que más me gusta sin ninguna duda de cuando lo preparo, es ver la cara de ilusión y satisfacción que se le pone a Luis al verlo y degustarlo y es que además del maravilloso sabor que tiene por la combinación de sabores de sus ingredientes, a él seguro que le evoca momentos de su infancia en Argentina.