Las natillas son de esos postres que siempre que los como me recuerdan inevitablemente a mi infancia. De las natillas caseras me encanta su textura y el maravilloso olor a vainilla que desprenden mientras las cocinas. A decir verdad, es un postre facilísimo de preparar y al que además puedes darle un toque personal como he hecho yo con estas natillas caseras de naranja y chocolate que os quiero enseñar hoy.
Yo no se la de años que llevo haciendo cada invierno cocido madrileño en casa y sorprendentemente no había tenido tiempo aún de sacarle fotos para mostraros cómo lo preparamos. Y es que el cocido madrileño tiene una gran cantidad de variantes, lo que hace que ir a comer cocido a casa de alguien o a algún restaurante se convierta en definitiva en una verdadera sorpresa, porque puedo afirmar que no hay dos cocidos iguales y es que con la cantidad de ingredientes que lleva este magnífico plato de nuestra gastronomía, es normal que cada persona trate de aportar su toque personal a la hora de elaborarlo.
Tenía ganas de preparar un postre en vasitos para variar un poco el formato de la típica tarta redonda . Y no se me podía haber ocurrido mejor idea que preparar este lemon pie en vasitos. Se trata de una receta de aprovechamiento o no, según lo veas y es que en mi caso, tenía un par de tarros de lemon curd en la nevera y que mejor idea que emplearlo en estos vasitos, que dicho sea de paso me encantan y siempre que puedo preparo algún postre de cuchara para utilizarlos.
Desde pequeña me han encantado los postres tradicionales como este flan de queso que hoy quiero compartir con todos vosotros. El flan en general me gusta solo sin más, aunque reconozco que en algunas ocasiones también me gusta acompañarlo con nata montada, dulce de leche o extra de caramelo. Pero como os decía yo lo sigo prefiriendo solo ya que me encanta sentir el equilibrio de sabores que aporta cada ingrediente de este dulce tan mundialmente conocido. La receta básica de flan incluye huevos, leche, azúcar y caramelo en su preparación y su cocción al baño maría es en definitiva una cocción invertida ya que la presentación del flan se hace al revés de como se cocina.
Llevo todo el verano encendiendo el horno allá donde vamos y es sobretodo cuando me doy cuenta de que no me cansaré nunca de hornear y de emocionarme durante la espera mientras se cocina lo que sea que se me haya ocurrido hacer ese día. Pero el otro día me ocurrió algo no muy habitual en mí y es que hacía un calor increíble en Madrid y decidí no encender el horno, más que nada por deferncia a Luis y los niños que estaban todos en casa resguardándose del asfixiante calor. Pienso que la cantidad de calor que hacía era proporcional a las ganas que tenía yo de preparar algún dulce (bueno, más bien de degustarlo) y fue entonces cuando vi una lata de leche condensada en la despensa y justo a su lado un paquete de 1 kg de arroz redondo. Parecía estar hecho a propósito de verdad y sin pensar mucho ya que es evidente el postre que se me ocurrió hacer, me puse manos a la obra para preparar este cremoso y sabroso arroz con leche condensada.
Con esta crema de verduras damos la bienvenida al nuevo año que acabamos de estrenar. Antes de nada felicitaros el año a todos los que me leeis y seguís mis recetas. También a todos los que me animáis a continuar compartiendo una de mis pasiones, una de las cosas que mejor se hacer y con lo que disfruto no os imagináis cuánto, que es cocinar.
El otro día estuve pensando que dentro de pocos días este blog cumplirá 4 años. Han sido 4 años de crecimiento, de evolución y de disfrutar haciendo y construyendo este rincón donde cada vez que me siento a escribir, me sumerjo en el propio blog y siento que cada día lo quiero más. Y me doy cuenta de que eso es así porque a pesar de las horas que me resta el taller de cursos de repostería, a pesar de las horas que dedico a conseguir el diploma de cocina en Le Cordon Bleu y a pesar del tiempo que dedico a disfrutar de mi querida familia, no creo que haya una sola semana en el año que no encuentre un momento para sentarme y comunicarme con vosotros a través de esta ventana y es que este querido blog me ha traído muchas cosas y personas maravillosas que no cambiaría por nada del mundo.
Creo que nos pasa a todos y es que en verano nuestra alimentación cambia radicalmente con respecto a los meses de más frío y lluvia. En invierno nos encantan todos los platos de cuchara, los postres tradicionales y en mi caso sobretodo los que requieren de horneado para su elaboración y ésto por una razón doble, una porque adoro el horno y todo lo que sale de él y otra porque cuando enciendo el horno en invierno, en general todas las estancias de la casa se calientan un poquito más, cosa que en los días de más frío es de agradecer, pero sobretodo y lo que más me gusta es que el olor a masa recién horneada, el olor a galletas de vainilla o el olor a cualquier pastel, magdalena, muffin etc. que suelo hacer para mi familia, acaba invadiendo todos los rincones de mi casa y he de decir que es algo tan estimulante y placentero para mí que hace que la satisfacción que me produce hornear cualquier cosa se multiplique habitualmente por 1000. Sin embargo llega el verano y a la mayoría de la gente la idea de encender el horno cuando los termómetros alcanzan casi los 40ºC. es algo inimaginable e incluso de locos. Pues bien, reconozco que yo pertenezco al grupo de esos locos que no dan tregua a su horno, haga frío o haga calor y es que cuando una receta se me mete entre ceja y ceja, no hay temperatura exterior que me haga cambiar de idea.
Aún así no niego que postres como el que os traigo hoy, un refrescante y saludable postre de yogur, frutas y avena, me resulten de lo más apetecible en estos meses de tantísimo calor, sobretodo cuando pasamos menos tiempo en casa y hacer recetas fáciles, rápidas y con ingredientes frescos es mucho más accesible que encender el horno y desarrollar toda una receta de principio a fin.
Hace poco Luis me estuvo contando que cuando era pequeño y pasaba largas temporadas en casa de su abuela en Cosquín (provincia de Córdoba, Argentina), solía comer de postre Kumquats en almíbar y que le daba mucha nostalgia ya que desde entonces no los había vuelto a comer, ni si quiera había vuelto a ver la planta o la fruta en cuestión. Fue entonces cuando viajamos a Barcelona para asistir al curso de la escuela Hofmann que habíamos ganado como premio por concursar conjuntamente con Canal Cocina y Panrico, cuando vimos cantidad de plantas de esta bonita fruta, también llamada quinoto o naranjo enano.
No hace falta decir que es tiempo de platos de cuchara, de platos de esos que te entonan el cuerpo y también los sentidos porque no me digáis que no hay nada mejor en temporada de frío como es el caso de Madrid en estas fechas, que un guiso como estas lentejas caseras con arroz que os traigo hoy.
En casa nos gustan mucho, por supuesto y como es lógico a unos más que a otros pero en una medida u otra todos disfrutamos mucho de sentarnos en la mesa con un plato de lentejas. Eso sí, una vez servidas en la mesa cada plato de lentejas tiene un aspecto diferente, mientras unos las comen acompañadas de rodajas de chorizo, otros les echan zanahoria y patata y otros (sí, es que somos unos cuantos en casa y en general hay para todos los gustos) prefieren no mezclar el arroz en el plato y lo que hacen es comerlo a parte con un chorrito de aceite de oliva y un poco de perejil picado espolvoreado por encima.
Últimamente estamos aficionándonos más que nunca a la avena y no solo en los postres que os he mostrado en muchas ocasiones, si no que si nos descuidamos nos comemos los copos de avena a cucharadas. Es un cereal que me encanta, me gusta la textura y el sabor que tiene y la cantidad de combinaciones posibles que puedes hacer en la cocina con él para beneficiarte de las más que saludables propiedades que posee este rico alimento y que ya os he comentado en más de una ocasión.
A mí me gusta más combinarla con leche, azúcar moreno de caña y alguna fruta como trocitos de pera por ejemplo y Luis sin embargo habitúa a comerla por las noches con un yogur natural y un poco de azúcar. Así que como veis es cuestión de gustos la manera de comer la avena, pero hacerme caso y tratar de consumirla de manera más o menos habitual y notaréis los beneficios en poquísimo tiempo.