Hace tiempo que vengo dándole vueltas para encontrar una receta de Pan de Molde espectacular, de esas que te hacen pensar que el pan en cuestión, poco o nada tiene que ver con el mismo producto que venden ya empaquetado y que venden en cualquier tienda de alimentación o en cualquier gran superficie. Pues bien, la receta de pan de molde de leche y mantequilla que hoy os traigo es justamente la que estaba buscando y no podía dejar de compartirla con vosotros para que probéis a hacerla y me digáis si no os pasa como a mí. Aunque es indiscutible que lo hecho en casa es millones de veces mejor que lo hecho en una fábrica, he de decir que este pan no solo supera al pan de fabricación industrial si no que también os digo que es el pan de molde más delicioso, tierno y aromático que he probado jamás. Tanto es así que este año en Semana Santa, las torrijas las voy a hacer con este riquísimo pan.
Pan
Hoy quiero mostraros lo que es una receta de aprovechamiento en toda regla, el Pudin de Navidad. La Navidad está a punto de terminar y con ella las recetas navideñas con las que tanto disfruto y me gustan porque estos días me esmero en cocinar para toda la gente que quiero y también porque hay recetas de Navidad que me parecen deliciosas y que después no volvemos a hacer en todo el año. Es el caso de Roscón de Reyes y del Panettone Italiano por ejemplo. Todos los años hago el tradicional Panettone para nosotros o para regalárselo a alguien, al igual que el Roscón de Reyes que es tradición comerlo la tarde del 5 de Enero en mi casa rodeados de mi familia. Pero este año la producción que he tenido, tanto de Panettones como de Roscones de Reyes, ha sido increíble debido a que hemos impartido ambos cursos en nuestro taller de Corazón de Caramelo y en ambos casos he practicado las recetas tantas veces como he necesitado hasta verlas perfectas para enseñárselas a mis alumos y alumnas.
Últimamente me ha dado por las masas fermentadas, como es el caso de esta ensaimada de Mallorca. Después de la cantidad de Roscones de Reyes que llevamos hechos en los cursos que estamos impartiendo en nuestro taller, estoy completamente enganchada a este tipo de masas. Me encanta no solo el amasado, los tiempos de espera en los que ves transformarse la masa, el olor a levadura fresca, la transformación del bollo en cuestión en el horno y demás deleites que tiene para mí cualquier cosa que se trame dentro de una cocina (no solo salen grandes platos de una cocina, también se suelen tomar grandes decisiones alrededor de una mesa), si no que el sabor, textura y humedad de una masa que ha tenido distintos procesos de levado, reposo y amasado difieren infinitamente de cualquier otra masa que se te ocurra.
Cuando viajamos a Argentina solemos siempre degustar la variedad de pastelitos ó mejor dicho facturas, que es como llaman los argentinos a los bollitos de masa dulce. Siempre digo que la repostería argentina me gusta muchísimo y es que entre otras cosas, la leche, la mantequilla y la harina me resultan de una calidad espectacular. Por un lado la enorme producción de leche y sus derivados y por otro la gran variedad de harinas que se producen en Argentina hacen que el resultado de cualquier masa elaborada con estos ingredientes sea toda una delicia. Y es que siempre que haya buena materia prima y mucho cariño para hacer algo, el resultado es muy difícil que salga mal.
Hace algunos días compartía con vosotros estos pancitos de leche del gran pastelero argentino Osvaldo Gross y he de decir que la elaboración de los miguelitos es exactamente la misma, únicamente difiere el momento final de dar la forma a la masa. Más abajo os explico exactamente cómo hay que proceder en este caso.
Si hay algo bonito y gratificante en esto de tener un blog de la temática que sea, es la gente que encuentras en tu camino. Gente que te sigue, gente que te admira y te regala mensajes de esos que hacen que de inmediato se te pongan los pelos de punta de la emoción, gente que como tú tiene también un blog y que te apoyan y te siguen igual que yo a ellos y con los que acabas teniendo una bonita amistad y gente que a miles de kilómetros te hacen sentir muy cerca, por su calor y por la forma de comunicarse contigo. Y este es el caso de la persona que me sugirió hacer esta receta que hoy os traigo hoy, se llama Graciela y es de la ciudad más bonita del mundo, Buenos Aires. Resulta que un día hablando por Facebook con ella, descubrimos que sentíamos la misma admiración por uno de los pasteleros que más me han inspirado en los últimos años, Osvaldo Gross. Y es precisamente del gran Osvaldo la receta que Graciela me animó a hacer y que después de sentir el olor que desprendía el horno mientras se cocinaban y crecían mis pancitos de leche, supe que sería una receta que guardaría para toda la vida.
Si bien es cierto que para mí encender el horno no supone nunca un problema, ni siquiera en pleno mes de Julio cuando las altísimas temperaturas invitan a encender única y exclusivamente el aire acondicionado, hornear sea lo que sea en los meses más fríos del año confieso que me produce un placer diferente. Acostumbro incluso a sentarme en una silla pegadita al horno para presenciar de primerísima mano la espectacular transformación que sufren muchas de las masas cuando reaccionan con el calor, sin contar con la sensación que te produce el olor que desprende la ranura de la puerta del horno y el propio calor que te golpea en la mismísima cara :-) Y cuando lo que has introducido en el horno es una masa de pan, sea cual sea, el placer os aseguro que se multiplica por 100.
Es increíble lo rápido que se me pasan siempre las Navidades, hoy ya toca retirar los adornos y el árbol muy a pesar de los niños porque les entra una nostalgia tremenda cuando nos ven guardando todo en cajas para llevarlas acto seguido al trastero hasta las próximas Navidades.
Ahora comienza un año nuevo lleno de proyectos para Luis y para mí y estamos muy contentos e ilusionados y es que como siempre digo, todo lo que se hace con amor y con pasión, siempre sale adelante :-)
Tengo que agradecer además al año que se fue que me diera la oportunidad de empezar a estudiar en una de las mejores escuelas de cocina del mundo, Le Cordon Bleu, que por cierto ya mismo retomo las clases y estoy como una niña pequeña esperando a que llegue el momento de poner los pies dentro de la escuela otra vez :-) Además estoy deseando reencontrarme con mis compañeros, que conocerles y compartir clase, cocina y nervios, muchos nervios, ha sido otro de los grandísimos regalos que me ha dejado el 2015 :-)
Cómo me gustan estos bizcochos tan otoñales, bueno esto realmente es un pan, aunque tiene todo el aspecto de bizcocho y es que me pasa que los panes dulces los veo siempre como un bizcocho en toda regla. Pero este no es un pan ó bizcocho cualquiera porque además de llevar calabaza, cosa que lo hace excepcional y diferente (al menos para mi jeje), está relleno de una crema hecha a base de queso que te dejará absolutamente sin palabras cuando lo pruebes.
No voy a buscar muchos adjetivos para describir este pan de limón que os traigo hoy, porque con el adjetivo espectacular, creo de verdad que ya no haría falta decir mucho más.
Hace unos días le dejé a mi querido vecino David el libro de Las recetas de la pastelería de Hummingbird, del que ya he hecho uso en más de una ocasión. Una de las recetas que me dijo David que había hecho él antes de devolverme el libro, era justamente esta de pan de limón y me dijo además que en su casa había sido todo un éxito. Entonces no me lo pensé dos veces y me lancé a hacerla yo también, porque además estaba persiguiendo desde hace tiempo un bizcocho ó algo de bollería con sabor a limón. Pero quería además que fuera algo diferente a los que suelo hacer habitualmente, normalmente bizcochos ó Bundt Cakes deliciosos eso sí, pero con una textura y esponjosidad parecida entre ellos. ¡Y hete aquí el resultado!. Se trata de un pan en toda regla, la corteza sutilmente tostada y crujiente igual que la del pan y que además envuelve una miga increíblemente sabrosa y jugosa. No puedo más que recomendaros que lo probéis porque estoy segura de que no lo haréis solo una vez tal y como me ha pasado a mi.
Las torrijas son de esas cosas que tienen una y mil variantes diferentes y a cada cual más buena. Esto como en todo, es cuestión de gustos. Así hay quien prefiere las torrijas clásicas de toda la vida como es el caso de mi madre, o quien como yo por ejemplo, me gusta experimentar y probar siempre cosas diferentes e ir adaptando recetas a nuevos sabores y sensaciones. Y si recordáis el otro día sin ir más lejos, os mostré unas increíbles torrijas hechas con leche de Coco, absolutamente maravillosas.
En este caso, como ya sabéis por otras entradas, si hay una combinación que me encanta en repostería es la naranja con el chocolate y hoy no os la traigo en forma de galleta o de Bundt Cake, si no que vais a ver como este dulce típico de Semana Santa acepta y de qué manera esta deliciosa e infalible unión naranja/chocolate. :-)